Una tranquilidad
que fue construida
con sus cimientos
en el piso dos
tiene la estabilidad
de un niño parado
en el caballo oscilante
de una calesita cualquiera:
El intento
de hacer suya la sortija
que aquel hombre maneja con tanta práctica,
lo derrumba
de cara al piso de tierra.
Y de lo más profundo del alma,
que es noche como pozo ciego,
aparece sin avisar
y a la velocidad del rayo
quien nunca fue invitado:
el ocupa de los pisos de abajo.
La cuentas que quedaron sin pagar
y de tan postergadas,
vencieron.
que fue construida
con sus cimientos
en el piso dos
tiene la estabilidad
de un niño parado
en el caballo oscilante
de una calesita cualquiera:
El intento
de hacer suya la sortija
que aquel hombre maneja con tanta práctica,
lo derrumba
de cara al piso de tierra.
Y de lo más profundo del alma,
que es noche como pozo ciego,
aparece sin avisar
y a la velocidad del rayo
quien nunca fue invitado:
el ocupa de los pisos de abajo.
La cuentas que quedaron sin pagar
y de tan postergadas,
vencieron.
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