viernes, 5 de diciembre de 2008

21/11/08 Efímera felicidad


Y de repente,
cuando debía caer la tarde,
un asomo de luz.
Un rayo de sol.
Intenso,
poético por excelencia.

El alivio apareció,
grande como un mundo.
Fue un temblor
que deformó en sonrisa
de horizonte.

Una bofetada de certeza,
una nota de sintonía,
una alegría que fue casi susto
salió a su encuentro.

Y como siempre,
como era lo único que sabía,
entregó.
Con fuerza,
con decisión,
con el alma.

Así fue feliz un rato.

Y otra vez.
Apareció la incertidumbre,
prima de la bronca.
Las dudas y
la ansiedad;
envueltas en regocijo,
aderezadas con magia.

Difícil.

Como siempre fueron las cosas
tangenciales,
indirectas.
Cautivantes en su simple esencia.

Un día, por oposición,
vendrá la sinceridad
a quedarse.

No hay apuro
en este asunto de palabras.

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